Bien sabido es que para adquirir nuevos hábitos no hay mejor manera que repetirlos una y otra vez, hasta que éstos lleguen a interiorizarse. Como en muchos otros aspectos, fomentar ciertas conductas e incorporar rutinas es más sencillo en los niños, pues están “limpios” de costumbres y absorben con gran facilidad los conocimientos.
Los nuevos hábitos que se desean incorporar “hay que repetirlos muy a menudo, de manera que los niños y jóvenes se acostumbren a ellos y los hagan de manera automática, sin que les cueste esfuerzo”, explican responsables del proyecto Integración y Deporte.
Algunos de los hábitos más importantes que hay que trabajar de forma transversal en los niños son las buenas maneras, como saludar, despedirse, pedir “por favor”, dar las gracias, hablar con un tono correcto o respetar el turno de palabra; el orden: como la organización del aula y de los materiales utilizados; la atención, imprescindible para adquirir cualquier aprendizaje, o la reflexión y el rigor, ya que el trabajo bien hecho es muy gratificante y para conseguirlo es necesario reflexionar y ser autoexigente.
Asimismo, es fundamental inculcar en los más jóvenes hábitos saludables, como la realización de actividad física. Para ello, es importante recordar que el deporte no debe convertirse para ellos en una obligación, sino ser una actividad con la que se diviertan; es conveniente reservar –a poder ser diariamente- un tiempo a la práctica deportiva; ser más activos en el día a día, buscando “excusas” para dejar de lado el sedentarismo, como subir las escaleras andando o salir juntos a pasear el perro; o organizar planes en familia al aire libre.
Sea cual sea el nuevo hábito que se quiera fomentar en los más pequeños, es recomendable presentarles nuevos retos que supongan un incremento en la dificultad, así como no desanimarles, evitando caer en la tentación de protegerles de posibles fracasos. Igualmente importante es estimular su razonamiento; no ser los primeros en ofrecer respuestas a sus preguntas fomentará su capacidad de llegar por si mismos a soluciones. Por último, no olvidemos que los adultos somos, al fin y al cabo, un espejo para ellos, así que debemos convertirnos en un modelo a seguir.