De menor o mayor importancia, todos nos encontramos en algún momento frente a actitudes negativas y problemas de conducta de los más pequeños de la casa. ¿Cómo podemos evitar estos comportamientos rebeldes y mejorar su actitud?
Los problemas más típicos de conducta son la agresividad, la rebeldía, la desobediencia y los enfados desmedidos. Estos males siempre se deben tratar de inmediato dando un toque de atención en el momento en que suceden. Aunque cada niño es diferente y no hay una receta para el buen comportamiento, hay distintas estrategias que pueden ayudarnos a solucionarlos.
Lo primero que tenemos que hacer es comunicarnos con ellos, antes de cualquier castigo que queramos imponerles. Y es que hablar y escuchar es fundamental poder entender su punto de vista y el porqué de su comportamiento.
Un segundo aspecto a tener presente para mejorar su conducta es establecer disciplina y reglas. Cuando éstas no las cumplen tenemos que hacérselo ver y corregirlo para que sean conscientes de sus actos. Pero no solo tenemos que tener en cuenta aquello que se hace mal, sino que cuando se portan bien hemos de premiarles su buena conducta con elogios y muestras de cariño.
Uno de los juegos que más gusta a los pequeños es ‘jugar a ser mayores’. Podemos utilizar esta dinámica para darles más responsabilidades; como vestirse, comer solos, recoger la mesa, recoger sus juguetes, cepillarse los dientes… Esto ayuda en su madurez y también en su autoestima. Si cumplen sus tareas tenemos que felicitarlos porque ‘ya son mayores y no necesitan nuestra ayuda’. Comprometerles en las pequeñas tareas del hogar ayuda a que se sientan realizados, evitando a su vez las conductas negativas. El deporte y la práctica de actividades físicas es también una herramienta de gran utilidad, ya que permite canalizar posibles tensiones, enfados o preocupaciones.
Pero, sin duda, lo más importante para mejorar sus comportamientos y actitudes, es saber encontrar el porqué del problema y solucionarlo con paciencia y cariño. Escucharles y preguntarles es indispensable. Por otra parte, hemos de crear unos hábitos y dejar que experimenten y los hagan solos, pero siempre supervisándolos para corregir lo que han hecho mal y recompensar lo que han hecho bien.