Si promovemos que los niños, desde una temprana edad, se inicien en la práctica deportiva y actividad física, interiorizaremos en ellos un hábito que, a lo largo de toda su vida, les aportará grandes beneficios. Pero…¿de qué manera podemos despertar su interés por el ejercicio físico y el deporte?
En primer lugar, no podemos olvidar la importancia de dar ejemplo. Padres, tutores o educadores son a menudo el espejo donde los más pequeños se reflejan. En este sentido, es aconsejable, por ejemplo, realizar actividades deportivas en familia, como montar en bicicleta, ir de excursión o jugar a pelota; actividades que no necesariamente tienen que asociar con el ejercicio físico, sino con la diversión. Además, si se lo pasan bien aumentará su motivación y, en consecuencia, su capacidad de ser constantes.
Se recomienda que la iniciación al mundo del deporte sea mediante juegos y actividades basadas en la psicomotricidad, con las que, a parte de desarrollar sus capacidades motrices, les brinden la oportunidad de interactuar con amigos y compañeros, a la vez que descubren sus propios gustos y capacidades.
A parte de estimularlo de la forma apropiada, sin forzarlo y hablándole acerca de los beneficios del ejercicio, poco a poco hay que ir viendo qué deporte es el más adecuado para cada niño, según sus gustos y habilidades. Y, como no, la mejor forma de descubrirlo es… ¡probando!