El pasado domingo tuvo lugar en Mallorca el Master del circuito juvenil de tenis Rafa Nadal Tour by MAPFRE. Como no podía ser de otra forma y tal y como ha venido sucediendo en los anteriores torneos, los valores intrínsecos al deporte han sido también grandes protagonistas del encuentro.
En esta ocasión, en una de las pistas del Tenis Son Bessó, donde se desarrolló el Master, se creó un Circuito de Valores compuesto por cinco pruebas o estaciones (una por valor) que los participantes tenían que realizar en el menor tiempo posible. Incluso el propio Rafael Nadal, a su paso por el Club, no quiso dejar de “competir” en este peculiar circuito.
Las estaciones estaban relacionadas con cada uno de los valores que se habían venido “entrenando” a lo largo de las diferentes etapas del Tour a lo largo del 2014. Concretamente, estas eran:
DEPORTE: el jugador tenía que realizar un zig-zag entre conos con una pelota de tenis en la mano, la cual lanzaba, al finalizar el zig-zag, a una “diana “dibujada en el suelo.
SUPERACIÓN: esta prueba se inspiraba en el propio Rafael ya que consistía en dar 20 toques con el canto de la raqueta. Se permitía que la pelota tocara el suelo, pero se premiaba a aquel que los hacía de forma seguida con una bonificación de tiempo.
EDUCACIÓN: los jugadores podían elegir entre las categorías Geografía, Historia e Inglés para que se les realizase una pregunta de cultura general en la que se ponía a prueba su velocidad de respuesta. Las preguntas eran tales como capitales del mundo, grandes acontecimientos históricos o respuestas en inglés.
COMPAÑERISMO: un compañero esperaba colocado en un lado de la red con una raqueta y ayudaba al jugador que estaba realizando el circuito en esta prueba. El objetivo era llegar a 20 pases con raqueta por encima de la red sin que la bola tocara el suelo.
ESFUERZO: una prueba totalmente física en la que se medía la destreza del jugador para moverse por la pista, desplazamientos, frenadas, velocidad de reacción…Los participantes tenían que colocar tres pelotas que se encontraban en un cesto, en el centro de un triángulo, en cada uno de los vértices que formaban dicha figura, y de nuevo recogerlas y devolverlas al triangulo central. Solo cuando la última bola entraba en el cesto se paraba el crono.
Sin duda, se trató de un circuito en el que el deporte, los valores y la diversión estaban garantizados. ¡Y más unidos que nunca!