Las emociones son inherentes a los seres humanos, forman parte de nosotros e influyen directamente en nuestra manera de actuar, sentir y pensar. Pero expresarlas no siempre es fácil, por lo que es necesario fomentar la educación emocional desde edades tempranas. Esta es una herramienta básica para el reconocimiento y expresión de cómo uno se siente, el autoconocimiento, la autoestima y el desarrollo de habilidades comunicativas asertivas, beneficiando la capacidad de relacionarse con los demás y por lo tanto, favoreciendo las relaciones interpersonales.
No hay duda entonces: es fundamental enseñar a los pequeños a identificar y a canalizar las emociones, sean positivas o negativas, y a empatizar con los demás. Este aspecto se tiene muy presente en varios de los proyectos que desarrollamos desde la Fundación Rafa Nadal, mediante la inclusión de actividades de autoconocimiento, reconocimiento y expresión de emociones.
Por ejemplo, en el proyecto Integración y Deporte, una de estas actividades que se llevan a cabo es el Diario de Emociones, un material escrito de gran utilidad tanto para controlar la asistencia como vía de expresión emocional y de escucha. Consiste en que cada día uno de los niños se encarga de pasar lista mediante esta herramienta, aprendiendo a preguntar a los compañeros cómo se sienten y el por qué. Se trabaja así el interés por los demás y sus emociones y sentimientos, la escucha activa y el respeto por el turno de palabra, las habilidades comunicativas y de asertividad, y la empatía mediante la expresión y el reconocimiento de emociones. Una herramienta similar es la Libreta de Emociones, a través de la cual los niños, de manera voluntaria, comentan cómo se sienten.
A través de las dinámicas de educación emocional, reflexiones, actividades deportivas y tutorías, al finalizar el pasado curso escolar se constató que un 80% de los niños de Integración y Deporte fueron capaces de identificar y discriminar entre las diferentes emociones, expresar mejor como se sienten y practicar la escucha activa.
