Hoy en día, es innegable que el deporte es una gran herramienta para el desarrollo de las personas, así como un complemento idóneo en la educación de cualquier ser humano. Son numerosos los beneficios que nos da la práctica deportiva regular y desde hace muchos años la actividad física forma parte de currículos escolares y universitarios y de los planes de gobiernos e instituciones públicas y privadas para su potenciación y desarrollo. Además, existen numerosas titulaciones académicas que hacen del deporte un ámbito totalmente profesionalizado. Es decir, el deporte y la actividad física, regulada o no, forman una parte muy importante del sistema social actual, ya que adopta un papel educativo con mucho potencial y lleno de posibilidades.
De hecho, sabemos que la práctica deportiva es esencial para tener una vida sana. Pero el deporte va mucho más allá: es una herramienta de cohesión y de transmisión de valores, un instrumento para la paz y entendimiento entre culturas. Por esta razón, en la actualidad encontramos que el deporte es utilizado en el mundo de la cooperación para ayudar al desarrollo de comunidades desfavorecidas en países envueltos en guerras, dictaduras o por sistemas económicos y sociales injustos. Las características fundamentales que lo definen pueden empujar a romper barreras de género y/o clase social y a que, en un futuro, niños y niñas tengan opciones para tener una vida digna y formar parte de un mundo más justo y con menos diferencias económicas y sociales.
En el apartado 3 del artículo 1 de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas, en referencia a sus propósitos, se encuentra el de “realizar la cooperación internacional en la solución de los problemas de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”.
Gobiernos e instituciones privadas (fundaciones, ONG) se encargan de trabajar en el ámbito de la cooperación internacional mediante acuerdos entre países para tratar de mejorar las condiciones de las personas.
En el caso que nos ocupa, estos conceptos y aquellos mencionados anteriormente se unen en cuanto que el deporte consigue dar oportunidades a colectivos en condición de riesgo social.
Para ejemplificar estas ideas, nos trasladamos al sur de la India, al distrito de Anantapur, donde la Fundación Vicente Ferrer lleva desarrollando su trabajo integral en cooperación desde finales de los años 60. En concreto, en el proyecto deportivo/educativo de tenis, en colaboración con la Fundación Rafa Nadal, la organización ayuda a que cientos de niños y niñas de comunidades desfavorecidas encuentren un futuro prometedor.
Así mismo, en este proyecto, creemos que la práctica deportiva ayuda a romper diferentes barreras: de género, clase social o religión y en este centro educativo se trabaja para eliminarlas apoyándonos en esta creencia. En las pistas de tenis no hay diferencias entre chicos y chicas, juegan juntos, comparten entrenos, material y todos trabajan en igualdad. El mensaje por parte del personal que trabaja en el centro es el de empoderar a la mujer, haciendo ver a niños y niñas que la equidad es la base para una sociedad justa, que todos somos iguales y que existen las mismas opciones para ambos sexos.
El proyecto de tenis se divide en dos ámbitos de trabajo: por un lado, la parte deportiva, donde se imparten clases de tenis; y, por otro, la parte académica, donde se imparten clases de inglés e informática. Además, se completa con un programa nutritivo diario, actividades culturales y artísticas, controles médicos, gymkanas deportivas, etc.
Con todas estas actividades, el alumnado recibe una ayuda en dos materias importantes para su futuro, así como la práctica deportiva, relacionada con la salud. Además, la capacidad cognitiva del alumno se desarrolla y se realizan actividades de carácter lúdico para que el alumnado disfrute de su infancia.
Por eso mismo, y después de más de 8 años de colaboración entre ambas fundaciones, se ha comprobado que el deporte deja de lado las desigualdades entre grupos sociales distintos, que educa fomentado la igualdad de género y que puede beneficiar visiblemente a los alumnos a nivel físico e interpersonal, y en su autoestima, fomentando valores como la fuerza de voluntad, el compañerismo o la empatía.
En definitiva, el deporte es sin duda un método educativo para alcanzar una sociedad más justa, solidaria y respetuosa, para hacer del mundo, un lugar mejor.
Xisco Mercadal, Coordinador del proyecto Centro Educativo Anantapur