La historia de Raviteja, uno de los doscientos alumnos del proyecto de educación y tenis de la Fundación Vicente Ferrer y la Fundación Rafa Nadal, y la de su familia se puede resumir en tres palabras: osadía, sacrificio y esfuerzo.
Hace ahora tres años, seducido por las palabras de su tío Narasimha que hablaban de un lugar con multitud de actividades para niños, Ravi, que entonces contaba con solo diez años, consiguió convencerlo para que lo acompañara en autobús a ir visitar el Centro Deportivo de Anantapur, situado a tres horas de su pueblo (Dharmavaram). Tras verlo, no lo dudó ni un segundo. Llamó a sus padres, que no sabían nada de su “aventura”, y les comunicó que se tenían que ir a vivir allí. Él jamás había visto un partido de tenis, pero su intuición le dijo que éste sería su deporte y que era una oportunidad única porque también iba a poder aprender inglés y a usar un ordenador. Además, se daba la circunstancia de que se necesitaban trabajadores en el centro, así que sus padres no podían poner ninguna “excusa” para no trasladarse. Así que Ravi y su familia (padre, madre y hermano pequeño) se marcharon a vivir a Anantapur en 2011, tan solo un mes después.
En una casa de veinte metros cuadrados y situada a unos diez minutos a pie del centro deportivo se instaló, hasta el día de hoy, toda la familia. Los cuatro miembros duermen en el suelo. En el pequeño patio que tiene la casa es en donde la madre cocina y la familia se ducha. El baño, como ocurre con muchas casas en la India rural, es el campo. El padre de Ravi es sastre y su madre trabaja como limpiadora y sus ingresos rondan unas 6000 rupias al mes, unos 80 euros al cambio. Con este dinero pueden pagar todos los gastos, incluidos los del colegio de Raviteja (4500 rupias anuales). Un sacrificio para ellos, pero necesario para su padre, ya que quiere darle la mejor educación posible a su hijo.
Antes de descubrir el tenis, Ravi, quería ser médico. Ahora sueña con ser un gran jugador de tenis. Todos los profesionales que trabajan en el proyecto insisten, sin embargo, que la mejor lección que se aprende del deporte es que éste es una excelente herramienta para adquirir conocimientos, valores y habilidades muy valiosos, y que éstos en el futuro, les pueden ayudar a abrir muchas puertas. Aunque empieza a ser consciente de lo complicado que es lograr llegar a la élite, Ravi sigue soñando despierto y entrena duramente cada día. Y eso que estos tres años no han estado exentos de contratiempos como, por ejemplo, una hepatitis que en 2012, lo mantuvo inactivo más de seis meses y de la que ya está totalmente recuperado.
Hace unos días, se celebró en el complejo deportivo un torneo federado de gran nivel. En la primera ronda de la fase previa, le tocó enfrentarse con el primer cabeza de serie del cuadro. Tras un duelo titánico, sin asustarse por la calidad de su rival, ni por su excelente posición en el ranking, y después de ir siempre por debajo en el marcador, el pequeño Ravi consiguió la victoria en el tie-break final. Sin duda alguna, un gran triunfo para él, pero lo más importante es que fue una merecida recompensa a su tesón y esfuerzo. Unos valores que seguramente a este risueño y tímido adolescente, le ayudarán a luchar por un futuro mejor y, ¡quién sabe!, para que algún día pueda convertirse en el doctor Raviteja.
David Paniagua de Diego
Coordinador de la Escuela y Centro de Entrenamiento de Tenis en Anantapur