Semillas en la India. Parte II: los niños y sus familias

Centro Educativo Anantapur

Cuando a los niños y niñas que asisten al Centro Educativo Anantapur, en la India, les preguntamos qué es lo que más les gusta del proyecto, todos parecen ponerse de acuerdo: ¡las clases de tenis!, exclaman. Pero éste proyecto es mucho más que deporte, y los aprendizajes no se quedan en la pista.

Janu, una de las alumnas, explica que “antes de venir no sabia nada de inglés, ni siquiera decir “hello”. Tampoco había tocado nunca antes un ordenador, pero he aprendido mucho sobre como funciona y escribo muy rápido. Por otra parte, me daba mucha vergüenza hablar y relacionarme con la gente. Ahora tengo más seguridad y he hecho muchos amigos”. El hecho de hacer nuevas amistades es también importante para Lilly, otra alumna, quien dice que “cuando jugamos un partido de tenis, aunque pierda no me pongo triste, porqué juego con mis compañeros y me alegro por ellos”.

Centro Educativo Anantapur

Balati es de Anantapur y hace tres años que participa en el proyecto. “Me gusta sobretodo la parte deportiva, tanto el tenis como las actividades de fitness. Además de pasarlo bien, noto que estoy mejorando: ¡soy bastante bueno! Me gusta mucho también cuando hacemos excursiones y podemos conocer sitios diferentes”, explica.

Los familiares perciben también una evolución y mejoría en sus hijos desde que éstos empezaron a asistir al centro. Harasimhulu y Lakshmidevi son el padre y la madre de uno de los alumnos y nos cuentan que “antes era un niño muy calmado, pero ahora está más contento, activo y con ganas de hacer cosas. Además, en los estudios va mejor. Ha sido muy importante el cambio de antes a después de venir al centro”.

Hay casos concretos en que la evolución ha sido especialmente significativa, y el de Pavitra es uno de ellos. “Esta niña tiene una discapacidad intelectual y al principio venia al centro y no se comunicaba con nadie; se quedaba apartada y solo miraba. Como la casa donde vive con su familia está muy cerca del centro, ella aún así venia regularmente, día tras día. Poco a poco su actitud y relación con los demás empezó a cambiar, y con el paso del tiempo su cambio ha sido radical; ahora parece otra persona y lo que más le gusta es estar en el centro”, explica Krishna, uno de los profesores.

Centro Educativo Anantapur

El padre y la madre de Pavitra, Muthyalapp y Sarojamma, lo tienen también claro: “cuando viene al centro, luego siempre regresa a casa contenta. Nos cuenta que allí se lo pasa bien, que aprende muchas cosas, y que ella quiere seguir aprendiendo. Este proyecto es muy importante en la vida de nuestra hija. Sin él, no sabríamos cómo hacerlo o dónde acudir para que Pavitra tuviera este refuerzo y atención especial que necesita”.

Como cada año, parte del equipo de la Fundación Rafa Nadal visitó recientemente el proyecto. Según Maria Francisca Perelló, Directora de Proyectos: “emociona ver de qué manera éste ha evolucionado con el paso de los años; como cada vez conseguimos atender a más niños, y como cada vez más las familias se van dando cuenta de la importancia de que sus hijos participen en el proyecto”. ¿Y qué aprendizajes te gustaría que se llevarán?, le preguntamos. “Sobretodo el de que cada uno es igual de importante que los demás, independientemente de donde provengan y de su casta, y que con esfuerzo, constancia e implicación pueden llegar a conseguir lo que se propongan”, responde.

La Presidenta de la Fundación, Ana Maria Parera, concluye diciendo que “es una gran satisfacción el ver de forma tan directa y clara los resultados del proyecto en los más de 200 niños que atendemos. Pero a la vez sabemos que el trabajo por hacer no termina, sino que es mucha la ayuda que se necesita, por lo que nuestra dedicación tiene que seguir siendo la máxima posible”.

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