Uno de los colectivos sociales que más ha sufrido las consecuencias derivadas del coronavirus ha sido los niños y jóvenes. Este grupo de población con una vida social activa y cambiante se ha visto obligado a dejarlo todo para respetar un confinamiento que ha durado más de dos meses. Esta crisis tiene perjuicios no solo en el ámbito social, educativo y económico, sino también en su desarrollo personal y en su salud psicológica.
Pese a tratarse de uno de los colectivos con más capacidad de superar la enfermedad de la Covid-19, la cuarentena ha sido especialmente dura para los más jóvenes. Así lo demuestra un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), que señala que han sido el grupo de edad que ha presentado más síntomas relacionados con ansiedad (34,6%) y depresión (42,9%) durante el confinamiento derivado de la pandemia.
Para la investigadora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de la UCM este fenómeno tiene una explicación clara: “Dado su momento evolutivo, esta pandemia supone una ruptura y amenaza directa a los proyectos vitales de los jóvenes, que en el caso de los más mayores están ya asentados”, ha señalado.
La interrupción de la escuela y de las actividades habituales, el distanciamiento y las limitaciones a la hora de interactuar y tener contacto físico con los demás, y el aumento de la pobreza y la vulnerabilidad, son factores que han contribuido a generar estos efectos psicológicos. Miedo, incomprensión, tristeza, ira, introversión, angustia… son emociones y conductas que se han acentuado durante los últimos meses.
Ante esta situación, las actividades del Centro Fundación Rafa Nadal de Palma se centran en trabajar la resiliencia, a través de dinámicas y juegos que benefician el bienestar individual y grupal de los menores. El hilo conductor es el concepto de ‘smile time’, con el que se potencia y se pone el foco en la sonrisa.