Valores como la honradez y la deportividad deberían ser inherentes a todos los deportistas; sean profesionales, amateurs, adultos o niños. Todos recordamos casos reales en los que jugadores han puesto el fair play y la honestidad por delante de la competición, la victoria y el interés personal. Esto les honra y les convierte en un ejemplo a seguir.
Recordamos el caso que tuvo lugar durante el partido de tenis de la Copa Hopman entre el tenista americano Jack Sock y la leyenda del tenis australiano Lleyton Hewitt. Los árbitros dieron como malo un primer servicio de Hewitt, pero Sock vio claramente como la bola entraba y no dudó en dirigirse a su rival para que le dieran el saque por bueno. El tenista americano, que iba ganando el partido, prefirió ser honesto y no beneficiarse de la decisión arbitral. Finalmente, cuando los árbitros revisaron la jugada le dieron la bola por buena a Hewitt, que terminó ganando el partido. Sin embargo, la actuación de Sock durante el encuentro quedará para siempre como un referente de honestidad y juego limpio.
Otro buen ejemplo es la actitud de deportividad demostrada por Josiko, jugador del Peñíscola, equipo de la Liga Nacional de Fútbol Sala. Este joven murciano no quiso aprovecharse de la lesión de un rival y marcar gol, a pesar de que su equipo fuese perdiendo por un solo tanto ante uno de los mejores equipos europeos. La lesión de la estrella mundial Ricardinho provocó que Josiko se quedase solo ante el portero del Inter Movistar, pero el jugador decidió lanzar el balón fuera en un gesto que le honró y demostró los grandes valores del joven futbolista.
Por último, no podemos pasar por alto el ejemplo de honestidad y deportividad de Natalia Escuriola, promesa nacional del golf. En este deporte existen normas concretas para cada campo, y en el de Hillside la regla local determina que al levantar la bola y limpiarla, ésta se tiene que volver a colocar exactamente en el mismo lugar. Mover la bola unos centímetros, como es correcto en otros campos en días de lluvia, es sancionable. Natalia desconocía esta norma concreta del campo y no la aplicó correctamente al mover la bola. La castellonense al enterarse que (inconscientemente) no había aplicado la normativa acudió a la organización para reconocer su error. La golfista puso el principio de fair play y honradez por delante de su interés personal.