Deporte, desarrollo y paz… tres palabras que a simple vista no tienen mucha relación pero que están más entrelazadas de lo que parece. Desde hace algunos años, políticos e instituciones de todo el mundo están empezando a reconocer el potencial del deporte como herramienta de integración y transformación social. Hasta tal punto que en 2013 la ONU decidió proclamar el 6 de abril como Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz.
Un día que pretende “concienciar acerca del papel que el deporte puede desempeñar en la promoción de los derechos humanos y el desarrollo económico y social”.
Cambiar el mundo a través del deporte es una meta ambiciosa. Las claves para conseguirlo no son ser los mejores ni ganar siempre, sino adquirir valores como la tolerancia y el respeto, que nos acercan más los unos a los otros.
Estos valores son fundamentales para acercar comunidades (y países) divididas por cuestiones de clase, raza o religión. Pero no sólo eso, sino que además el deporte nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, contribuyendo al empoderamiento de colectivos que pueden resultar especialmente vulnerables, como mujeres y jóvenes.
De este modo, a través del deporte se promueve la igualdad de género, la reducción de las desigualdades y, por tanto, de la pobreza. Todas ellas metas fijadas por la ONU en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Desde la Fundación Rafa Nadal llevamos a cabo proyectos y acciones que aprovechan el potencial del deporte como motor de desarrollo personal y social,
Uno de estos proyectos es el que llevamos a cabo en el Centro Educativo Anantapur, una escuela ubicada en el mayor distrito de la India y también uno de los más pobres. En este centro, 200 niños y niñas reciben clases de refuerzo académico y entrenamiento de tenis; no sólo con el objetivo de practicar deporte sino de fomentar su desarrollo personal y la cohesión social de la zona.
“Uno de los objetivos del proyecto es que los niños aprendan y se diviertan juntos, sin diferencias de sexos ni de castas”, afirma Xisco Mercadal, coordinador del centro. Al fin y al cabo, se trata de mejorar pero, sobre todo, de aprender a respetar a los adversarios y a trabajar con los compañeros por muy diferentes que sean.
Post adaptado del artículo publicado en Junior Report