El deporte, factor clave en la mejora de la inteligencia emocional

Cuando se habla de las ventajas de la actividad física, a menudo centramos la mirada únicamente en los beneficios que ésta aporta en el cuerpo. Ahora bien, la actividad deportiva es tan favorable para el físico, como lo es también para la mente. De hecho, el deporte es una de las herramientas más útiles para trabajar y mejorar factores como la salud mental, la inteligencia emocional y el control de las emociones.

El deporte te permite, en muy poco tiempo, trabajar todos los componentes emocionales importantes”, comenta Iván Pico, psicólogo certificado en psicología deportiva. De hecho, múltiples ensayos académicos han demostrado que los jóvenes que practican deporte habitualmente tienen un mejor desarrollo en aspectos como la inteligencia emocional y el control de las emociones.

La inteligencia emocional

Actualmente, en psicología, la definición más aceptada de inteligencia emocional la describe como la capacidad humana de sentir, entender y controlar los estados emocionales de uno mismo y también de los demás.

Entre los elementos que la componen están la autoconciencia emocional, es decir, el conocimiento de uno mismo; la empatía, saber ponerse en el lugar de los demás; la autorregulación emocional, que hace referencia es a la habilidad de autocontrol sobre nuestros sentimientos; la automotivación y las habilidades sociales para interactuar con los demás.

En este sentido, Iván Pico asegura que el deporte es una “herramienta transversal” para trabajar todos los componentes de la inteligencia emocional: “En la práctica deportiva debes conocerte a ti mismo para ser consciente de tus límites; pones en práctica la empatía, ya sea con tus compañeros o los rivales; se trabaja la automotivación, que te permite alcanzar los objetivos que te marques; y también implica relacionarte con otras personas y desarrollar habilidades sociales”.

El deporte, la mejor vía para mejorar el autocontrol


Con esto, para Pico, el componente de la inteligencia emocional que más se trabaja con el deporte es la autorregulación emocional. “Durante la práctica deportiva sentimos una infinidad de emociones, por lo que acaba convirtiéndose en un ensayo para cuando las experimentemos en el día a día”, explica el psicólogo.

Por ejemplo, si estoy jugando un partido de futbol sala y recibo una entrada dura, sentiré una emoción de ira que, en el momento, debo controlar. Después, cuando en la vida cotidiana sienta de nuevo esa emoción, tendré una capacidad de autogestión y control mayor”, argumenta Iván Pico, experto en psicología deportiva. Este ejemplo tan simple, se puede aplicar a todos los deportes y a todas las emociones.

En varios de los proyectos que llevamos a cabo en la Fundación Rafa Nadal, trabajamos la inteligencia emocional con los más pequeños, mediante la inclusión de actividades que fomentan el trabajo de identificar, contextualizar y canalizar las emociones. “En los Centros Fundación Rafa Nadal, la reflexión sobre las emociones experimentadas en las diferentes actividades, juega un papel relevante a la hora de favorecer el desarrollo de las competencias emocionales de los niños y niñas”, explica Eunate Gómez, Responsable de Proyectos de la Fundación Rafa Nadal.

Algunas actividades para trabajar la inteligencia emocional son el ‘Monstruo de las Emociones’, que se utiliza para trabajar la competencia emocional; el ‘Diccionario de las Emociones’, con el que los niños y niñas deben describir sus sentimientos a través de palabras, o el ‘Diario de las Emociones, con el que los jóvenes interactúan entre ellos y comparten lo que sienten para trabajar la empatía.

Estos ejercicios, con la ayuda de la práctica deportiva, contribuyen a que los jóvenes desarrollen más y mejor la inteligencia emocional desde edades muy tempranas, lo que resulta clave en su desarrollo vital de cara al futuro.

Post adaptado del artículo publicado en Junior Report, en colaboración con la Fundación Rafa Nadal

 

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