El concepto de ‘inteligencia emocional’ se nos ha hecho bastante familiar durante los últimos años y es que parece que cada vez más tomamos conciencia de la importancia de saber reconocer, gestionar y expresar las emociones propias, y de entender las de los demás. Pero ¿qué mejor que empezar a entrenar estas habilidades psicológicas desde edades tempranas?
La inteligencia emocional es un aspecto imprescindible para desarrollarnos eficientemente en el día a día y para afrontar de la mejor manera las diferentes situaciones –y las emociones derivadas de ellas- en las que nos encontremos. Este campo es muy amplio, pero a continuación te apuntamos algunas sencillas pautas que te servirán para introducir a los más pequeños en este apasionante mundo:
- Demostrarles que los sentimientos son importantes. Observar y escuchar cómo se sienten.
- Reconocer las emociones. Para iniciar a los niños en este ámbito, puede ser de utilidad hacerlo a través de fotografías o personajes de cuento o de televisión que expresen emociones como tristeza, alegría, enfado… Este tipo de ejercicios en modo de juego pueden llevarse a cabo a partir de los 2 años.
- Identificar como uno se siente. Aprender a nombrar las emociones propias es posible a partir de los 5 años. La mejor manera de incentivarles es preguntando y, así, que se convierta en habitual que se expresen con frases como “me siento contento porque…” o “tengo miedo de…”.
- Controlar las rabietas. Los momentos de ira hay que controlarlos desde el primer momento, hablándoles y razonando la situación.
- Ser un ejemplo. Si ellos ven que tú conoces y expresas tus emociones, tendrán en ti un modelo a seguir.
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