¿Sabías que tener contacto con la naturaleza no solo proporciona muchos beneficios, sino que además no tenerlo puede resultar perjudicial? De hecho, existe el llamado “trastorno por déficit de naturaleza”, que se puede manifestar con estrés, obesidad, hiperactividad…, síntomas a los que se puede hacer frente con algo tan fácil y placentero como es el contacto con los parajes naturales; con sus plantas, árboles o animales.
En el caso de los más pequeños, son muchos los estudios que demuestran la importancia que esto tiene para su aprendizaje y su desarrollo cognitivo y emocional. Y es que pasar tiempo en la naturaleza proporciona a los niños un mayor bienestar y conciencia social y medioambiental, además de mejorar su capacidad de observación y de exploración, la creatividad, la autodisciplina, las relaciones sociales, la empatía y el respeto, entre otros beneficios.
Plantar semillas, coger insectos, construir cabañas en los árboles, chapotear en los charcos, oler las flores, corretear entre árboles, escuchar los pájaros, contemplar el paisaje, bañarse en el río…son solo algunas de las actividades que los pequeños pueden experimentar en los entornos naturales. Además, cuando sea posible, es positivo permitirles que anden descalzos, que se ensucien y que disfruten del juego espontáneo y libre.
Las vacaciones o los fines de semana son un buen momento para disfrutar en familia de este tipo de experiencias naturales. La playa, el bosque, el campo o la montaña, son entornos fantásticos donde conectar con el mundo natural y disfrutar con los cinco sentidos.