Reírse, ¡imprescindible en niños y adultos!

¿Te imaginas que existiera una poción al alcance de todos los humanos, que nos proporcionara infinidad de beneficios para la salud y nos llenara de energía positiva? Buenas noticias: ¡existe! Estamos hablando de la risa. Repasamos por qué es tan saludable reírse y cómo podemos estimularlo en los más pequeños.

Reírse refuerza el sistema inmunológico, mejora la respiración y la oxigenación del cuerpo, relaja los músculos tensos, reduce la presión arterial, facilita la digestión… Pero no solo eso, sino que además la risa tiene efectos tranquilizantes y analgésicos, por lo que reduce el estrés, disminuye el insomnio y contribuye en aliviar el dolor. ¡Y ayuda a quemar calorías! Cuando nos reímos movemos unos 400 músculos del cuerpo.

Más allá de los beneficios que aporta a nuestra salud, reírnos nos ayuda a sentirnos mejor, incrementa la autoestima y la confianza en uno mismo, fortalece los lazos efectivos, facilita la comunicación, y potencia la creatividad y la imaginación.

Los bebés empiezan a reírse en torno a los cuatro meses de edad. Inicialmente, lo hacen por imitación y más adelante asocian la risa con el placer y la diversión. Además de los beneficios ya comentados, la risa juega un papel fundamental en el desarrollo de los niños y aporta mejoras en su aprendizaje. Un trabajo educativo basado en la diversión y en el humor es más efectivo, ya que se capta mejor su atención y hace que la información se retenga mejor y perdure más en el tiempo.

¿Cómo podemos fomentar la risa en los niños y niñas? En primer lugar, es importante recordar que somos un ejemplo para ellos, así que debemos mostrarnos positivos ante la vida, sonrientes y con sentido del humor. Actividades como cantar o bailar generan un ambiente propicio para la risa, ¡así como una buena sesión de cosquillas! Hay también dinámicas creadas con el fin de hacernos reír, es decir, técnicas de risoterapia. El llamado “circulo de la risa” es una de esas actividades que podemos llevar a cabo con los pequeños.

Recuerda: “El día peor empleado es aquél en que no se ha reído”, Nicolas Chamfort.

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