Asusta leerlo, pero es así: la contaminación por el tráfico de vehículos interfiere directamente con la maduración del cerebro de los más pequeños. Aunque todos sabemos de los efectos negativos que tiene la contaminación del aire urbano en la población en general, un estudio realizado en Barcelona evidencia el impacto que el entorno medioambiental tiene en un colectivo tan vulnerable como es el de los niños.
El investigador y coordinador del proyecto, Jordi Sunyer, explica que: “Durante la edad escolar, los grandes sistemas cerebrales se integran unos con otros y se establecen las bases de lo que será el cerebro adulto. En el estudio hemos visto que la contaminación urbana puede retrasar este proceso madurativo cerebral”. Concretamente, se demostró que cuanto más alta es la presencia de contaminación, más lento es el tiempo de reacción de los niños en áreas como la memoria, la velocidad de respuesta o la atención.
Aquellos que practican actividades deportivas al aire libre son otro de los grupos de población especialmente afectados por la contaminación atmosférica. Para intentar hacer frente a ello, los participantes del proyecto Más que Tenis, cuentan las llamadas “Burbujas de Aire Puro”, dentro de las cuales el aire que el deportista respira está libre de partículas contaminantes, agentes víricos, bacteriológicos y alergénicos. Esto evita que estas partículas se acumulen en el sistema respiratorio y favorece el proceso de recuperación, disminuyendo las posibilidades de sufrir trastornos como el conocido como asma del deportista.