Hoy en día ya nadie duda de la importancia de recibir una correcta educación ya desde edades tempranas, y de la trascendencia que ésta tiene en el futuro de cada uno de nosotros. Uno de los primeros estudios que lo puso en evidencia fue el Perry School Project, desarrollado en Estados Unidos durante los años sesenta. Hasta ese momento, se consideraba que donde mejor estaban los niños pequeños era en casa con sus madres.
El Perry School Project fue diseñado para ayudar a los niños procedentes de entornos socialmente desfavorecidos a vencer las consecuencias negativas de la pobreza en la escolaridad. Para el proyecto se seleccionaron 123 niños y niñas de tres y cuatro años, nacidos en familias con pocos recursos y con un alto riesgo de fracaso escolar. Se crearon al azar dos grupos: uno recibiría una educación de alta calidad y un aprendizaje activo, el otro no recibiría ningún programa educativo preescolar.
Tras tres décadas de seguimiento del desarrollo de los participantes, los resultados fueron muy claros. Si ofrecemos un programa educativo de calidad a niños pequeños de familias desfavorecidas, éstos adquieren importantes competencias sociales y personales. Más responsabilidad social, un estatus económico superior y unas ganancias más elevadas, más rendimiento educacional…son algunos de los beneficios que se observaron con el paso del tiempo entre aquellos niños que participaron en el programa frente a aquellos que no lo hicieron.
Pero los beneficios no sólo fueron evidentes en el curso de la vida de los participantes, sino también para la sociedad en su conjunto. En conclusión: brindando las herramientas educativas adecuadas a los niños que más lo necesitan, la sociedad en general sale beneficiada y se previenen problemas sociales mayores en el futuro.
